Y la justicia se pronunció. Han sido días de incertidumbre y dudas, de tensa espera, pero al fin ha hablado la señora ciega de la balanza.
La víctima ha cometido el error de conservar todos sus dientes tras la patada en la cara; de no presentar hematomas (salvo los psicológicos, que, al parecer, el escaner no ha detectado). Por lo tanto, no ha habido delito, sino falta. Y la prueba del video no resulta del todo concluyente, quizá exista alguna duda razonable sobre la intención del sujeto.
El agresor ha sido ejemplarmente condenado a la libertad sin fianza, a permanecer a más de mil metros de su víctima, a no utilizar la línea 8, a presentarse dos veces al mes ante el juez y dos veces al día ante el comisario. Se barajaban otras sanciones, como dejarle sin postre, prohibirle jugar a la play o amenazarle con no volver a dejarle entrar en Port Aventura, pero parecían medidas demasiado crueles y desproporcionadas para con la falta cometida. Además, el condenado parece dispuesto a rehacer su vida. De hecho, se le presenta un esperanzador futuro como entrevistado en algunos programas de mierdavisión, previo pago de mil euritos para las birras.
Entretanto, aún no se ha podido determinar con exactitud de dónde viene el hedor, si del legislativo o del judicial.
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4 comentarios:
Ya sé que lo del ciento por uno no es democrático, y es una forma de hablar. Porque lo que tampoco me parece justo, es que este individuo siga haciendo su vida como si tal cosa mientras la víctima está aterrada en su casa.
Un abrazo,
Totalmente de acuerdo. De ahí el hedor...
Hablando con un buen amigo que sabe mucho sobre la Justicia, porque es un magnífico abogado (además de una persona sensible), él opina que, aunque repugnante, el hecho se ha magnificado gracias a los medios de comunicación, y que esa agresión hay que medirla como se mide todo en la Justicia, por los resultados, y no por la intención, porque al medir la intención introducimos un elemento subjetivo en la Justicia, y así no hay que haga eso, justicia. Y mira, casi estoy de acuerdo con él, porque ambos coincidimos al final en que la solución para este chavalote (que es un producto de la sociedad, que es otra víctima, que no lo olviden los responsables políticos de la cosa) no es pasar un año en la cárcel, sino que un grupito de afectados lo pillen un día en el metro, y le den seis cucharadas de su propia medicina, y que le entreguen luego la foto de un almacén lleno de más medicina por si se le ocurre reincidir. Así no habría dudas sobre la subjetividad de la justicia, y esa chiquilla podría andar tranquila por la calle. Abrazos.
De acuerdo en la magnificación del hecho. Flaco favor hacemos a indivíduos así, que después del eco obtenido, tendrán mayor espacio para alimentar esa especie de orgullo enfermizo que actos así les provoca.
También comparto tu opinión en cuanto a que son víctimas, productos imperfectos de una sociedad imperfecta. Pero planteo una cuestión: si son víctimas, ¿estaría la solución en desear -por más que el cuerpo nos lo pida- que cayeran en manos de un grupito de afectados? ¿O estaríamos institucionalizando el derecho a la venganza?
Un abrazo, Sir.
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