sábado, 10 de noviembre de 2007

Más sobre los procesos creativos


Otras veces es mejor dejar que la mano anticipe su movimiento al de la cabeza. Hay días que, por lo que sea, vienen así. Entonces no hay lienzos blancos con los que iniciar el contacto, ni ideas flotando a la espera de ser cazadas. No. Tan solo un lápiz en la mano y un cuaderno de bocetos. Es mejor pensar en algo leve, incluso frívolo. O sintonizar una emisora absurda (eso no cuesta ningún trabajo), o una música estúpida (menos todavía). Algo, en definitiva, que no permita la concentración. De ese modo, la mano tiene que ver cada vez menos con la cabeza, y cuando quieres darte cuenta, hay dibujadas unas figuras inconexas, carentes de orden aparente, que van llenando la superficie que tienes delante. Algo así como el garabateo absurdo de alguien que tiene la costumbre de tontear con un lápiz y un papel mientras habla por teléfono.

Poco a poco, sin prestar más atención que la justa, se van perfilando más unas líneas, se repasan levemente otras, se corrige un perfil o se elimina una arista.

Es entonces cuando, quizá tras una pausa para hacer café o para estirar las piernas, observas lo que has hecho y te parece que aquello podría ser un pájaro. O un busto de mujer. O una chica embarazada. Se diría que la mano lo sabía desde el principio, pero la cabeza, no.

Sólo a partir de ese momento, ambos ejecutores empiezan a trabajar juntos, sabiendo ya claramente lo que se quiere trasladar al lienzo. Y sólo a partir de ese momento se hace imprescindible eliminar la bazofia que sale por los altavoces y ponerse a trabajar en serio.

6 comentarios:

FPC dijo...

Pues tú también lo explicas bien, qué quieres que te diga. Y supongo que es una tentación trabajar "conscientemente" buscando desde el inicio el sentido a lo que haces. Aunque esa "inadvertencia" de lo automático a veces no da frutos y entonces hay que ser lo suficientemente fuerte como para evitar la tentación de aceptarlo en lugar de decirse "no vale".
Un abrazo, amigo.

amart dijo...

Naturalmente, amigo. Mi papelera es grande y no pocas veces ha albergado (y alberga) lienzos pintados, convertidos en tiras de tela informe, papeles que fueron bocetos, o quisieron serlo, y horas de trabajo.
Otro para ti.

Cerillo dijo...

Sin automatismos, creo, no hubiera evolucionado la pintura y con el juego este de imaginar figuras en lo abstracto se pintaron los bisontes de Altamira. Perdóname si sugiero que el caos, el azar lo tiene todo pintado y lo que no tenga pintará.

Tawaki dijo...

Siempre he envidiado a las personas con talento, ya sea para escribir, dibujar, tocar música, etc. Supongo que la cabeza, distraída por esa música insulsa sigue cavilando sin que nos demos cuenta, ordenando a la mano los movimientos. Insisto, qué suerte tienes de poder plasmar en un papel o un lienzo lo que te pasa por la cabeza.

Un abrazo,

amart dijo...

De acuerdo contigo, Cerillo, a esa suerte de automatismo hay que darle cartas de vez en cuando, aun sabiendo que puede hacernos trampas.
Un abrazo.


Te agradezco el cumplido, Tawaki, pero esto no es digno de envidia. Hago lo que puedo, también rompo; hay días absolutamente estériles, y por encima de todo flota la duda permanente acerca de lo que tú, amablemente, llamas talento.
En fin, que en esto, como en botica, hay de todo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

He llegado aquí por casualidad, desde la página de Cerillo. No puedo dejar de decírtelo: me encanta tu obra. Felicidades.