sábado, 28 de julio de 2007

El último fichaje


El rubiales se llama Oscar y tiene ahora poco más de dos años. Cuando nació, mi mujer tenía cuarenta y cinco y yo acababa de cumplir cuarenta y ocho. Deseado, sin duda, pero ciertamente inesperado (puedo asegurar que los dos conceptos no siempre son incompatibles), el crío vino a resucitar emociones y experiencias vividas por última vez veinte años atrás. Y a pesar de los nueve meses para ir haciéndonos a la idea, cuando al fin lo tuvimos en brazos, nos parecía que aquello no nos podía estar pasando. La felicidad nos llenaba por los cinco costados -cuatro no eran suficientes-, pero era inevitable cuestionarse cosas que hace tantos años ni se nos ocurrieron. Y lo primero que te preguntas es si eres joven.
Durante algun tiempo hicimos un examen exhaustivo de la nueva situación y llegamos a la conclusión de que la cosa no era como antes. Evidentemente. Ni mucho menos. Y ello nos llevó a tomar algunas decisiones importantes, que pueden resumirse en estas: nosotros no volveríamos a tener noches en blanco; no alimentaríamos al niño diariamente; no asumiríamos las responsabilidades más importantes acerca de su educación; incluso nos permitiríamos alguna licencia que rayara en la malcrianza. Todo lo anterior es labor de los padres, y nosotros decidimos ejercer como nadie la de abuelos primerizos, que es la que nos toca.
Ah, y a la pregunta sobre si somos jóvenes, la respuesta es clamorosamente afirmativa.

11 comentarios:

Sebastián Puig dijo...

Sí señor; decisión correctísima. Os felicito. ¡Menuda guapura!

Sir John More dijo...

Niño lindo donde los haya, por todos los cielos. ¡Qué rizos! Aunque eso de que seríais más abuelos y menos padres... Creo que hay ya suficiente confianza para decirte que no me creo una coma. Que lo criáis de otra forma, vale, pero como abuelos... Apostaría una mano a que eso ni por asomo. Se te nota, además, en el orgullo con el que hablas de él...

Abrazos de padre a padre.

Anónimo dijo...

Tiene cara de pícaro.
Ya he avisado a mis hijas, pienso ser una abuela, abuela.
Pienso consertirles, mimarles,achucharles, en absoluto educarles, para ello están los padres.
Los recuerdos más hermosos de mi vida,vienen de mis abuelos maternos.
Saludos

amart dijo...

Sir, hemos tenido que reírnos con tu comentario (ojo, no de él). Escribes demasiado bien como para quedarte manco, amigo. Si apuestas una mano, que no sea la de tomar el cálamo. Juro por cada uno de sus rizos que es hijo de mi hijo (o al menos eso me ha asegurado su madre).
Un abrazo fuerte de padre y abuelo a padre.



Luna, no sólo suscribo cada una de tus palabras, sino que además, predico con el ejemplo. Y te animo a ello cuando llegue la hora. Es una gozada indescriptible. Besos, guapa.

Neves de ontem dijo...

Qué cara de pillín. Enhorabuena.

amart dijo...

Experiencias impagables, Neves. Gracias

Sir John More dijo...

¡Glub! Pues lo que es escribir no sé si lo hago bien, pero leer... Eso sí, mi más envidiosa enhorabuena, no sólo por la abuelidad de semejante ángel, sino por la suerte de poder disfrutar de un niño sin la tarea gigantesca de educarlo (verás, creo que los abuelos educan, pero sin obligación y con descansos). Nada, pondré más atención la próxima vez, y el abuelo a disfrutar del nieto y de la venganza sobre el hijo...

Encantando de visitarte.

amart dijo...

¿Sabes lo que pasa, Sir? Que la paternidad, o más bien la decisión de militar en sus filas, es algo voluntario (con matices). En cambio, para la "abuelidad" no te pide permiso nadie. En cualquier caso, es una pasada.
Espero seguir estando ahí cuando escribas sobre la tuya. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Desde hace años, se ha puesto de "moda" tener hijos siendo bastante mayores.
Voy a cumplir un 5 y un 0 y mis hijas son mayores, sin embargo tengo amigos con más de un 5 y 0 y con hijos en plena adolescencia...
Si tuviera que pasar a esta terrible edad, una adolescencia, me daría un patatús seguro.
Creo que mis hijas no me hacen abuela, por lo malísima que soy.

amart dijo...

Ya será menos, mami, el día menos pensado te elevan a esa categoría. Y sin contar contigo, naturalmente.

Sir John More dijo...

Y otro aspecto importante: ¿cuántas discusiones con los hijos no terminan soltándoles: "ya, ya me reiré yo..."? No, en serio, la curiosidad de ver cómo afrontan estos pequeños tiranos el choque con otras pequeñas tiranías... Se aprende tantísimo con los hijos...

Un placer pasear de nuevo por estos diarios.