jueves, 17 de enero de 2008

Paulino

De repente, la letra. Con la urgencia del bombero, del médico de guardia. La autoridad competente, muy competente ella, se percata, tras el glorioso ridículo de una docena de tiarrones de más de dos metros berreando lo que pretendía ser el himno de la nación a la que representaban. Acuérdense: último mundial de baloncesto, Gasol y sus chicos en lo más alto del podio, borrachos de hazaña (que lo fue), tratando de solventar a capela el inoportuno fallo de megafonía. Y los padres de la patria, ¡ahivadiós, la letra! Podemos llevar trescientos años sin letra, no pasa nada, pero es que nunca nos había hecho falta cantar. Hasta que se jodió el ampli. Esto no nos pasa más. Una letra, ya.

Apelar a los vates del Parnaso no es buena idea, estos ilustres están por encima de las miserias mundanas, no, no. Venga, lo sacamos a concurso, pero que no gane un conservador, porque, diga lo que diga el texto, resultará reaccionario. Ni tampoco un libertario, que lo tacharán de oportunista además de poco representativo. Pues ya está: algo que rezume sabiduría popular, venga, habla, pueblo, habla, pero que sea rapidito, que esto hay que arreglarlo.

Y ahí viene el bueno de Paulino Cubero, desempleado, y el hombre vacía su patriotismo inocente y llano y saca unos emocionados versitos de cielos azules y verdes valles y paz y hermandad y democracia y cantemos todos juntos, tralará, que no se sabe si esto es la sintonía de Heidi o el coro de las ursulinas cuando van de excursión. Pero a Paulino no se le puede pedir más porque lo ha dado todo, y eso es mucho, muchísimo más de lo que han hecho quienes ahora lo apedrean.
Porque a Paulino le engañan y le hieren sin el menor empacho, porque le hacen creer que su lírico patriotismo va a cambiar, si no la Historia de España, sí la de su simbología, que no es moco de pavo. Que sí, Paulino, que eres un figura, que tu texto adaptado al himno lo va a estrenar Plácido Domingo en una gala, ya hay fecha, el 21 de este.

Y Paulino se acuesta y quiere dormir, pero no puede, se le viene encima la salvaje riada de mil sueños desbordados, la solución a tantos equilibrios, y de repente se le esfuma para siempre el fantasma del paro, y la letra de la hipoteca y la del préstamo personal. Pero es más, mucho más, va a estar en primera fila intentando que la emoción no le descomponga la figura mientras canta Plácido. Y da una vuelta y otra en la cama y se ve, él, Paulino, preparando como puede las respuestas para la prensa y estrechando manos de personajes que sólo había visto en los telediarios y viendo su foto, todo encorbatado, en las primeras de todos los periódicos y leyendo su nombre una vez y otra y otra... hasta que un cálido tejido intangible lo envuelve y lo mece y lo eleva y lo pierde en una dulce nebulosa.

Pero el espacio que debía ocupar su nombre escupe titulares afilados como hojas, fríos, inclementes, "las controversias suscitadas..., el descontento entre los deportistas..., la falta de consenso..., el aplazamiento de la iniciativa... Y la suspensión de la gala. Y Paulino tarda un rato en decidir que es más lo que él hace por la patria que lo que la patria hace por él. Y se pregunta si el golpe no hubiera sido menor si no le hubieran dejado subir tanto. Después abre su cartera y mira a ver cuándo tiene que ir a renovar los papeles del paro.

El himno seguirá sin letra (ni falta que le hace). Las autoridades competentes, muy competentes ellas, seguirán sin vergüenza (con la falta que les hace). Y Paulino Cubero cantará, orgulloso, su himno, cada vez que suene la Marcha de Granaderos. Porque le sale de los cojones.

5 comentarios:

Tawaki dijo...

Vaya ritmo trepidante que le has dado a la entrada. A pesar de conocer el final se lee como si nos fuera la vida en ello. Pobre hombre, encumbrado por los de siempre y defenestrado por los de siempre.

No es que le haga falta una letra, pero yo sí lo prefiero. Al principio nos sonará raro, pero con el tiempo nos acostumbraremos.

De todas formas, no es algo por lo que pierda el sueño.

Un abrazo.

luna llena dijo...

Siempre más de lo mismo...y el con cara de poker viendo como donde un día dijeron una cosa, hoy dicen otra...viendo como lo que antes eran aplausos ahora son burlas...en fin...a mi lo mismo me da que tenga letra o no, pero seguro que a él si le importa...besos de luna

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

No sé si es necesaria una letra para el himno, pero una vez puestos a ello y tal y como están las cosas se me antoja que escribir una que contente a la mayoría debe de ser misión imposible. Particularmente, la elegida me parece una propuesta bienintencionada, pero tremendamente ramplona. Si se necesita una cancioncilla patriótica para las selecciones deportivas, propongo que se cante antes de los partidos el himno de la Legión -que debe insuflar unos ánimos que te cagas-; y si hay que celebrar un triunfo, el Asturias patria querida, que es a lo que siempre se recurre cuando andamos eufóricos.
Un abrazo.

goloviarte dijo...

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Anónimo dijo...

Longfinger dijo:

Mi admiración por Paulino. Mi solidaridad con Paulino. Mi pena por Paulino...

Me da igual que la letra sea infumable y encaje en el himno nacional lo mismo que la voz de Frank Sinatra lo haría en una canción de Scorpions; que sirva para dar su "minuto de gloria" a las horteras que se prestan a cantarlo para el telediario. Todo me da igual.
Y me da igual porque el pobre Paulino (o ya no tan pobre) ha conseguido que durante unas horas, todos, con independencia de nuestra forma de pensar, tuvieramos la esperanza de sentirnos aunados por unas palabras que nos alejaran de rencores, resentimientos y pasados.
Pero no, no ha sido posible. Ante todo Paulino, campeón, no te vengas abajo. Todavía te queda Eurovisión y si la cosa no cuaja, te seguiré espectante en la 34ª edición de "Operación Triunfo".