jueves, 20 de diciembre de 2007

Pensamientos recurrentes

el treinta de octubre ya colgaban de las calles las primeras guirnaldas, apagadas aún, qué detalle, a los ojos de los transeúntes, cada vez menos sorprendidos del dislate anacrónico, algunos incluso luciendo manga corta y cervecita en las todavía concurridas terrazas de verano, son los largos prolegómenos de ese decreto no escrito pero fidelísimo a su cita anual con la dicha enlatada

hasta no hace mucho, la cosa era cuestión de un mes, ahora no nos arreglamos con menos de setenta días, usted es feliz, tanto si quiere como si no, porque la felicidad se tiene, o si no, se compra, el dinero es lo de menos, empiece a pagar en marzo, sin intereses

el hormiguero hierve en un frenesí compulsivo cuya razón última se desconoce, es una carrera contra el tiempo y contra la razón, va anocheciendo y nada ni nadie escapa a los salvajes destellos urbanos que acechan desde todos los escaparates, los viandantes se visten de grandes bolsas y cajas y paquetes, y corren, corren, corren en medio de decorados efímeros, ajenos ya al soniquete eternamente infantil de a belén pastorés, a belén chiquillós

las casas son, en su estúpido intento de originalidad, absurdamente clónicas, cordones de luminarias multicolores intermitentes, instalaciones verbeneras de no ser por la legión (moda infumable en su machacona repetición) de papanoeles trepando por una escala como queriendo alcanzar la ventana, todas las ventanas

llegas a casa y la tele te espera, paciente, a la hora que quieras, no te escapas, alguien decide que no has tenido bastante, todavía te falta la ración extra de anuncios (qué felices somos todos), sólo interrumpida de vez en cuando por breves fragmentos de alguna película

en el submundo, las ratas comparten jergón con los desheredados, que combaten inútilmente el frío con embalajes de cartón que hace unas horas contuvieron el último capricho, pero la riada sigue su curso enloquecido, apaciguando, si acaso, alguna conciencia, con rimbombantes y baratas solidaridades de salón

Mis mejores deseos de felicidad, de la de verdad, incluso -si es posible- en Navidad.
Un abrazo a todos.

7 comentarios:

FPC dijo...

Un abrazo, amigo y feliz año para ti y los tuyos.

DIARIOS DE RAYUELA dijo...

Ánimo, que pasa pronto. Son sólo dos meses.
Ya sabes qué se te desea lo mejor.
Un abrazo.

Tawaki dijo...

Felicidad de la que no viene enlatada ni tiene fecha de consumo preferente.

Completamente de acuerdo contigo, aunque cada uno hace lo que quiere. Mis compras del mes de diciembre han sido un disco duro y un libro. Con eso, y algo de comida, espero durar hasta después de Reyes.

Creo que lo has descrito con toda fidelidad, salvo que no me acuerdo de dónde se encendía la tele.

Que lo pases muy bien, con mis mejores deseos para el 2008.

Un abrazo,
PD Da gusto ver que uno no está sólo en sus pensamientos.

Anónimo dijo...

Te deseo lo mismo, Amart. Extraños sentimientos ambivalentes los que despierta la Navidad. Estoy contigo en que lo que es insufrible es el bombardeo consumista que lo desvirtúa todo. Lástima.

Beso navideño.

Cerillo dijo...

Me chafaste el post, pero igual lo saco también o rebiento.

Recomenzar dijo...

Tu texto me dejó pensando sabio y cierto

amart dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.Afortunadamente, esto ya va pasando.
Espero que hayáis empezado el año con buen pie.
Abrazos.