Hala, venga, ya estamos todos aquí, qué bien, luces, cámara, acción, que el puchero tiene que empezar a hervir, el motor tiene que sonar como Dios manda, que el viaje es largo, vamos, que empieza el espectáculo. Los síntomas son inequívocos, ya se han visto en la tele y ya se sabe que nada es cierto hasta que la tele no lo consagra. Repasen, si no, mentalmente, los últimos telediarios. Cualquier informativo que se precie viene abriendo estos días con la noticia más relevante a nivel planetario, a saber, las retenciones en los accesos (accesos de entrada, dice todavía algún imbécil) a las grandes ciudades, incluida la siempre jugosa entrevista al conductor de turno, que tras una breve reflexión ante la cuestión metafísica que le plantea el reportero, comenta, mientras su santa le mira, arrobada,: "Sí, hemos decidido venir un día antes para evitar aglomeraciones". La imagen puede ser de este año o del 78, es igual, lo mismo que la de la estación de autobuses, o la de la cola de facturación del aeropuerto, sólo variará el modelo del vehículo (rara vez el de los tipos). Pero es igual, ahí está el valor del testimonio, que es lo que importa.
No es un espejismo, no, la tele ha vuelto a sacar a la señora gorda de la playa levantina, negra como un tizón (ocho horas diarias de espanzurre al sol, por veinte días, multipliquen). "Y con quién ha venido, ¿con su marido?" , inquiere la sagaz reportera. La señora suelta una carcajada que deja ver los últimos supervivientes de la encía superior. "¡Qué va, entre hijos, yernos, nueras, nietos y mi madre, hemos sido doce en el apartamento!¡Figúrese el lío pa comer y pa dormir en estos diecisiete días!" Y vuelve a reírse, con orgullo de matriarca. "¿Y cuándo se marchan?". La risa desaparece inmediatamente. "Ya, mañana", se lamenta.
Sí, sí, esto se acaba, el drama se nos viene encima, y mucho más desde la inmisericorde aparición de esa garra maldita, de esa pandemia voraz llamada síndrome post-vacacional, que desde hace unos años amenaza cada septiembre con lesionar irreversiblemente la equilibrada estructura psicológica de todo trabajador, que se fue con estrés y vuelve con depre; esa terrible plaga que se ceba especialmente con algunos pobres e indefensos jóvenes que llevan en el mercado laboral un par de años. Menos mal que inmediatamente después de sus dolientes testimonios, se recaba con urgencia la opinión profesional de un psicólogo que, grave y circunspecto, como si de su declaración dependiera el éxito de su tesis doctoral, sugiere, suave, dulce, una serie de recomendaciones preventivas de fácil observancia, para hacer menos traumática la fatídica reincorporación al puesto de trabajo. Las medidas recomendadas suelen consistir en volver uno o dos días antes a casa, poner el despertador a la hora habitual aunque uno siga durmiendo, para que el cuerpo se vuelva a acostumbrar, y alguna que otra instrucción similar, siempre de alto contenido científico. Cuántas vidas, cuántos futuros no habrán salvado sis saberlo.
Protéjanse ustedes, que esto va en serio, de verdad, lo he visto en la tele: se anuncian cursos revolucionarios de inglés. Interactivos, no les digo más, que se necesita ser torpe para no hablar como un locutor de la BBC con herramientas así. ¿Que lo suyo no es el jaguaryú? No importa. Usted lleva un artista dentro, aproveche el magnífico curso de dibujo y pintura (el mismo de hace catorce años, será porque el arte es intemporal), que además, este año le regala con el primer número... ¡tacháaaan... dos tubitos de pintura al óleo! Y si no, los cochecitos que hicieron historia en Le Mans, o los cuentos de Calleja en miniatura, supongo que especiales para présbitas (manda huevos), o setenta y dos bobinas de hilos de colores.
Ojo, pónganse el casco, las orejeras, las gafas protetoras. Lo he visto en la tele, Zapatero ya ha lucido moreno en Rodiezmo, como hace años lo hacía el del bigotito en no sé dónde de Onésimo. Qué culpa tendrán los castellano - leoneses para que siempre se lleven la primera en la frente. Cuidado, que esto va en serio, que esta gente amenaza con volver (este, de momento, ya está subiendo las pensiones, lagarto, lagarto). Miedo me está dando, más que el síndrome post - vacacional, el que se nos avecina, el pre electoral, del que no hablan los psicólogos, y que me temo pueda causar estragos bastante más temibles.
Vendo una tele. No es de plasma; más bien, de plastas. Con espléndidas vistas al otoño. Baratita.
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10 comentarios:
Excelente y combativo. Yo utilizo la tele cada vez más selectivamente. Para ver películas escogidas (alquiladas o compradas) y algunas series y programas previamente grabados. Veo el telediario de la 2 por la noche, alguna que otra retransmisión deportiva y para de contar.
Un saludo.
¡¡¡ Genial !!! entre la risa y el enfado.
Hace años, leí un artículo de Millás sobre una mujer ama de casa, en verano y en Torrevieja de vacaciones...al final se cogió una maleta y se marchó haciendo dedo a su casa de Madrid sin avisar a nadie, quería veranear ella también....
No rompas la tele,despues te la tiene que arreglar tu sobrino (risas)
Y quién coño terminará alguno de los puñeteros coleccionables. Para qué servirán. Y los pobres quiosqueros, enterrados en películas, dinosaurios descuartizados, esqueletos de plástico, cochecitos de excalectric y novelas de criminales. Finalmente, cada mojón que se le pone al año (primavera -en el Corte Inglés-, verano -a hacer cola en la agencia de viajes-, septiembre -los niños al cole y los coleccionables-, Navidad -la orgía del despilfarro-), es como una muesca en la pistola del sistema. Toca comprar ropa nueva. Toca irse de vacaciones a coger sitio a la orilla de una playa con más ruido que un chigre en día de partido. Toca ponerse a aprender inglés y nunca se pasa de la tercera lección. Toca llenarle el zurrón a los Reyes Magos. Y por si fuera poco, Ibarretxe regresa a la nave de Star Trek en busca del planeta vasco. Zapatero canta la internacional en Rodiezmo y Rajoy el No me quites más a Gallardón. Qué gran invento el de la tele. El del mundo en general.
Un abrazo y felicidades por expresar tan acertadamente lo que a tantos se nos pasa por el magín en estas fechas, querido Amart.
Habéis venido combativos ¿eh? Sólo tengo tiempo para mandaros un abrazo. O sea, un abrazo.
Pues nada, al callo y a ver si despeja.
Luna, querida, si al menos te has reído, démoslo por bien empleado. Si uno tiene que echarse encima todo lo que se avecina, permitámonos siquiera la licencia de la coña. Aunque eso de que el texto te lleve a Millás... Es que no me gusta nada. Y menos guasa con lo de la tele, que ya sé usar cuatro botones de los veintisiete que trae el mando. Besos.
DR, eres la leche, me he reído mucho con tu comentario, cuánta razón tienes. Oye, lo de Ibarretxe y Star Trek, buenísimo, se parece más que el enano aquél de James Bond a Felipe González.
Un abrazo, amigo.
FPC, cuídate mucho de lo que digas, que ya estás viendo cómo anda el patio. Un abrazo, jardinero.
Al callo, Cerillo, al callo, qué otra nos queda. Y bienvenido.
Je, je, qué bueno. Me has recordado dos entrevistas que televisiones locales hicieron, en una de las cuales participé en mi condición de viandante. Ésta fue fantástica. Una chiquilla me para y ante la cámara me pregunta: "Perdone, ¿le gusta el cine?" (¿os imagináis que hubiese dicho que no?, je, je...)". Le dije que sí, y ella me pregunta: "¿Me puede decir una actriz favorita?". Yo el día anterior había visto El efecto de los rayos gamma en las margaritas, de Paul Newman, y le nombré a la protagonista, la mujer de Newman, Joanne Woodward. "Y ¿me puede decir una película de ella?", me pregunta la chiquilla que se ha quedado un poco confundida con mi respuesta. Le nombro la película y la periodista se queda un momento en silencio, y luego dice muy contenta: "¡Hemos encontrado un cinéfilo, señores!". No sé si salió en la tele o lo cortaron...
El segundo episodio fue aún mejor. Ante la sequía que sufría Sevilla, una periodista se dedicaba a hacer una encuesta entre los ciudadanos(así la presentaba), y la pregunta era: "¿Cree usted que va a llover?". ¡Pero lo asombroso es que la gente contestaba...!
Ay, la tele. Creía que los últimos programas inteligentes, aparte del de Pancorbo y alguno más, eran los deportes, pero con la Sexta creo que les llegó también la hora...
Un abrazo y enhorabuena por la entrada.
Sobre las margaritas, scusi...
A mi no me gusta Millás, lo prometo.
El artículo tenía el mismo aire tragi-cómico de lo que dejaba atrás y de lo se le venía al final de vacaciones.
DR, si mis padres hubieran tenido que comprar todo nuevo cada incio de curso como ahora.... ¿qué hubiera sido de nosotros? eran otros tiempos y las cosas se compartían entre los ocho hermanos, por lo menos en mi casa ¿en las vuestras?
Saludos
Muy buenas ambas anécdotas, Sir. Porque eres buena gente, que si no, era para haberle dado a la reporterilla una respuesta medianamente cinéfila de verdad, aunque solo hubiera sido por verle la cara. Quedas excusado por el trueque de la preposición. A mí también se me coló el otro día "Thyssen", sin hache.
Un abrazo.
Vale, Luna, volvemos a ser amigos.
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