jueves, 20 de septiembre de 2007
El aroma de las rosas
La jornada de hoy no ha sido especialmente larga, pero sí, desde luego, intensa, a pesar de no haberme puesto la ropa de faena ni haber cogido un pincel. Creo que voy a tener que explicarme.
Ayer di por terminada la pintura que reproduzco. Es grande -180 x 90 cms.-, y he estado trabajando en ella los últimos ocho días, eso sí, en jornadas mucho más largas que la de hoy. Ya está. Creo que tiene lo que debe, y cualquier añadido estaría de más ("no la toquéis ya más, que así es la rosa", ay, mi Juan Ramón querido). No quiero decir que esté particularmente satisfecho de ella, pero es que no lo estoy de ninguna de mis pinturas, y espero que sea siempre así, porque el día que alguna de ellas me satisfaga plenamente, la pondré en el cénit de mi universo, y después haré una pira con todos mis materiales, libros y herramientas y me sentaré tranquilamente a ver cómo arde el estudio, mientras pienso qué voy a hacer al día siguiente.
Ayer, decía, la terminé. Pero hoy es el día de la distancia, no sólo física (este cuadro debe mirarse desde cuatro o cinco metros), sino espiritual. El día siguiente (el día después, como dice algún idiota) es el del desdoblamiento, algo así como lo que vemos en los efectos especiales de las películas en las que el cuerpo del muerto permanece tendido mientras el alma, o lo que sea, se desprende de aquél en forma de alter ego (Ghost, por ejemplo). He estado hora y media, más o menos, frente a la tela -ni siquiera la he montado aún sobre el bastidor-, permitiéndome sólo algunas interrupciones para hacerme un café o cambiar los conciertos de cello de Boccherini por alguna cantata de Bach; hora y media "desapasionando" la mente y el ojo, tratando de adquirir el punto necesario de frialdad, de ajenidad (perdón por el palabro) para intentar la elaboración de un criterio objetivo. Este es el ejercicio; el resultado lo decide lo que podríamos llamar la pulsión interna, si no resultara un poco cursi. De hecho, si después de la sesión analítica no me queda dentro cierto poso de inquietud, de tensión vibrante, lo normal es que el lienzo acabe en la basura, hecho trizas, aunque por fortuna no ocurre a menudo.
El proceso, hasta este punto, es común a todo tipo de creación pictórica, sea figurativa o abstracta. Pero a partir de aquí, cuando se trata de abstracción -en la que me muevo desde hace ya tiempo, sin perjuicio de retornos ocasionales a temas figurativos-, las cuestión es más compleja: hubo una etapa en la que el ejercicio continuaba con el capítulo de preguntas (qué es esto, por qué has pintado esto y no otra cosa, qué quieres expresar con esto...). Confieso que me desasosegaba profundamente no encontrar respuestas inmediatas a preguntas tan obvias, y que en ocasiones, para evitar esa desazón, llegué a "preconcebir" en exceso algunas obras para poder "explicarlas" después. Los resultados siempre fueron nefastos: pinturas encorsetadas, rígidas, asfixiadas. Una mierda, vamos. Esta consecuencia me hacía sentir aún peor, por lo que decidí liberar todo prejuicio y dedicarme a pintar. Sólo eso. Bendita decisión.
Yo no sé explicar mi pintura, acaso alguien quiera hacerlo por mí, la verdad es que me trae sin cuidado. En la ejecución no me preocupa nada que no sea dejarme llevar por el hecho mismo de pintar, cubrir la superficie, crear armonías a partir de masas cromáticas conscientemente dispuestas, a pesar de lo que pueda parecer, experimentar nuevos métodos, nuevos elementos... Dejemos las interpretaciones a los críticos, para que sigan escribiendo reseñas ininteligibles, o a los psicólogos, para que nos salven el futuro tras descubrir en el lienzo algún trauma infantil al que convendría poner remedio.
Cuando el producto final se cuelga de una pared frente a un público, o en tu casa, frente a una visita que viene a cenar, casi de inmediato surgen aquellas mismas preguntas que yo me hacía y que ya no me incomodan lo más mínimo. La respuesta tiene que nacer de la disposición con que el receptor se coloca ante en cuadro. Y lo que ocurre es que se contempla el arte abstracto con el traje de ver paisajes o retratos al uso, es decir, imágenes reconocibles, interpretables desde la razón. Y eso es lo primero que hay que cambiar para participar de la pintura abstracta (nótese que no digo entender, ya que este concepto volvería a llevarnos al error de mirar desde la razón). Es como si quisiéramos oler el aroma de una rosa acercándola al oído. Otra cosa bien distinta es que tras ese aprendizaje, decidamos que lo percibido nos llega o no, nos conmueve o nos produce rechazo, nos cautiva o ni siquiera se queda en la superficie. Al fin y al cabo, el aroma de las rosas no tiene por qué gustarle a todo el mundo.
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13 comentarios:
No seré yo quien proponga la sinestesia como medio para entender la pintura. Así que no pretendo acercarme a la oreja el cuadro de marras que, con su tamaño, seguro que me hacía un boquete mayor.
Fuera de bromas, creo que aciertas cuando dices que no se puede aproximar uno al arte abstracto con el ánimo del figurativismo, si lo he entendido bien. Algo así, ampliándolo al "significado" de lo pintado, a lo que espectador entiende que le "dice" la pintura (y véase que seguimos con la sinestesia puesto que el cuadro, sensu strictu, "no habla") se refiere Gombrich cuando habla del modo de afrontar o abordar un cuadro: su época, las referencias culturales, etc, proporcionan una base sobre la cual comprender la pintura. Pero, en definitiva, el asunto consiste en ponerse en delante de ella y tratar de "verla". Lo que tú haces y describes tan bien.
Un abrazo.
¿Para cuándo, y dónde, una exposición?
Buenos días.
me he sorprendido...
has debido quedarte vacío,
Y por supuesto, si te dijese lo que que veo -he ampliado el cuadro - te reirías...
Disfruto muchísimo.
Pregunto lo mismo que pcf.
¿Para cuando una expo y donde?
Nunca pensé demasiado en la diferencia sobre la mirada figurativa y la mirada abstracta, ni siquiera cuando leí la Historia del Arte del bueno de Gombrich. Y creo que tanto tú como FPC teneís mucha razón. Pero fíjate, creo que también la tiene Luna cuando te dice que no te va a contar lo que ve en el cuadro. Me da (lo mismo me equivoco) que Luna ha mirado el cuadro como yo lo miraría, buscando figuras. Así, al pronto, pienso que a la mirada a un cuadro abstracto también se le puede encontrar reglas, ciertos parámetros (sin que quiera con ello ponerme científico). Me refiero a que en un cuadro no figurativo (en algunos casos, igual que en uno figurativo) te pueden asombrar los juegos de colores, la fuerza de las pinceladas, el equilibrio del cuadro, el encuadre, la mayor o menor profusión de colores vivos o apagados, y ¿por qué no?, el reconocimiento de figuras fantasmagóricas (sé que no es el fantasma del que hablas, Amart), o infantiles. He visto en tu cuadro a una mujer, semiacurrucada, y con el vientre sangrante, aunque la sangre, a la vez, me ha parecido el estallido de unas flores rojas. Soy consciente de que no has pintado eso, y puedo no reducir el cuadro a ese juego, pero eso también influye en mis sensaciones sobre el cuadro. Nunca entendí un cuadro abstracto, pero siempre me atreví a decir (o decirme): me gusta o no me gusta, o lo que es lo mismo, me dice algo o no me dice algo, me hace sentir algo o me deja frío. En fin, tema largo, y mi hijo pequeño está loco por que vayamos a comprar un balón de baloncesto... La realidad. Abrazos.
Ah, y que me gusta, aunque como los amigos, me gustaría verlo en persona, a ver cuándo esa exposición...
Ojalá nunca deje de sorprenderme el aura de misterio y excitación que envuelve este intramundo de la pintura. Estoy convencido, Luna, de que la figura que has visto se corresponde casi al 100% con la que ha visto Sir John. Y digo esto porque al enseñarle la imagen a mi mujer, vio lo mismo que él. Me fui al estudio, me senté a cinco metros del cuadro, y, en efecto, "apareció" la mujer a la que yo no había visto. La única diferencia es que no estaba semi acurrucada, sino de pie. Y lo primero que pensé fue que tenía sangre en el vientre o bien que sostenía un ramo de flores.
Sir John, lo asombroso es que yo no había leído aún vuestros comentarios. Cuando son coincidentes hasta ese punto, tengo que admitir que esa mujer está ahí, pintada... pero no la he pintado yo. ¿Casualidad, coña, azar? No lo sé; sólo sé que no es la primera vez que me pasa. Y es inquietante.
Gracias, FPC, Sir, Luna, por vuestras valiosas aportaciones.
En cuanto a la exposición, tengo algunas gestiones en el aire. Esperemos que aterrice alguna.
Yo prefiero ver la pintura al natural. Me quedo ahora con tu profunda reflexión sobre el proceso creativo y la forma de acercarse a una obra de arte; me encanta que me hagan pensar, tú lo haces en voz alta y generosamente lo compartes con nosotros. Lo de la exposición sería fenomenal: conocerte, un seguro placer, y juntarnos todos, el apoteosis.
Efectivamente, he visto una figura, no de mujer, ni sangre en el vientre...seguramente estaré confundida y es una mujer con flores. No me hagas caso, soy torpe.
Puse lo de vacío, por dos razones.
1ª el precio de las pinturas. 2ª el tamaño.
Si has necesitado esas medidas, es que tenías necesidad de comunicar, de explayarte, de que el pincel o la brocha, no se quedara a mitad del camino y no pudieras llevar el trazo hasta donde lo necesitabas...
Algunos amigos de La Vieja Guardia, me enseñaron a sentir, no a mirar y lo consiguieron, me da igual lo que vean los demás, en un cuadro abstracto hay lo que siento y el tuyo me produjo, algo de vértigo.
Saludos
Amigo Rythm, coincido contigo y con Sir John, en que hay que ver la obra al natural. Además del tamaño, aquí tan reducido, una reproducción es sólo eso, con sus limitaciones. Ah, lo de la expo no se sabe, pero lo que llamas apoteosis, puede darse con solo ponernos todos de acuerdo, incluida tú, Luna, cómo no. Por cierto, el que hayas visto "otra figura", no implica error, equivocación o torpeza. Es tu percepción, que es solo tuya. Ahí está el juego entre el emisor y el receptor, como encualquier obra creativa.
Gracias y abrazos a todos
Es muy interesante todo lo que cuenta Amart en su entrada. Y uno, a su modo, participa de ese proceso. Me explico. Escribo poesía desde hace muchos años. Cuando no lo hago desde criterios preestablecidos (heteronimia), surge esa escritura de un impulso, de una necesidad (por dicha o por desdicha). Y suele suceder que aún sabiendo lo que quiero decir, las palabras adquieren de repente una suerte de vida propia que no dejará nunca de sorprenderme. Y aún a pesar de la contención que procuro darle a toda mi poesía última, de su inteligibilidad, me gusta dejarla reposar días o meses y leerla al cabo de ese tiempo con la objetividad que permite ese distanciamiento temporal. Decido así si vale la pena guardar o tirar lo escrito. Si conviene reescrbirlo. Matizarlo. Y en lo que sobrevive, descubro no pocas veces significantes nuevos. A pesar, como digo, de que todo lo que hago en este campo desde hace unos años podría ser comparado, por analogía, con la pintura figurativa. Aún así, cuántas similitudes he hallado entre lo que Amart cuenta y lo que a uno le pasa con lo que escribe.
Respecto al cuadro, nada me gustaría más que verlo al natural. Y a poder ser en compañía de algunos más -cuadros y bitacoreros que po aquí se pasan-. En esa exposición que piden los comentaristas en moción a la que me uno. Que hasta sería capaz de vencer las pocas ganas que siempre me da Madrid.
Ya expliqué a propósito de una entrada de mi querido John More que me gusta la abstracción, y que no le busco parecidos porque el arte debe aspirar a lo bello y copiar la naturaleza no lo garantiza. Eso intento explicarle a mi hijo siempre que puedo cuando lo acerco a alguna exposición no figurativa. Está en una edad en la que cuestiona lo que ve -y así ha de hacerlo, claro-, lo pone en solfa e incluso se toma a chirigota ciertos cuadros que dice más parecen de un pincel de niño. Intenta uno reconducir esa mirada y educarla en el respeto sin que pierda, eso sí, la capacidad de ver al rey desnudo. Que todo es compatible. Siempre cabe, además, la alternativa de mostrale entre el bosque de colores la figura de una mujer con sangre o flores.
Un muy fuerte abrazo y enhorabuena por un texto en el que tan bien se describe algo que muchos, cada una a su particular manera, sentimos.
Muchas gracias por la invitación...
aunque no os lo recomiendo, soy un desastre, un autético desastre.
Saludos
amart... te veo organizando una chuletada... ya avisarás, y a luna, que no se escape... no somos supersticiosos... ;-)))
Debo agradecerte, mi querido DR, y muy sinceramente, no sólo la generosidad sino la claridad que aporta tu comentario. Sobre todo tratándose de un asunto en que las descripciones, las definiciones, tienden a escapar del lenguaje convencional. "El arte debe aspirar a lo bello, y copiar la naturaleza no lo garantiza". Me quedo con esto. Yo no habría sido capaz de expresar con tan pocas palabras una idea que comparto íntegramente. Claro que el poeta eres tú.
Una cosa más: deja que me sienta honrado por haber sido capaz, sin proponérmelo, de conseguir que venzas las resistencias de acercarte a Madrid. Gracias.
Luna, me encantaría saber en qué consiste lo que llamas desastre. Tiene que estar bien.
FPC, granuja, te recuerdo que has sido tú el promotor de esta "movida de la expo" De modo que, si llega, eres tú quien va a organizar lo de las chuletitas...
Gracias y abrazos a todos.
Por orden:
Fpc, he dicho que soy un desastre, ni gafe, ni bruja, bueno, tampoco estoy muy segura.
Amart, soy despistada, mala mala, malísima, guasona, rebelde, contestona, total, un desastre,no me importa serlo, prefiero avisarlo, para que no haya sorpresas desagradables.
Saludos
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