El pasado 21 de junio, Sir John More (el hilo invisible), escribía una breve entrada, apenas cuatro líneas, titulada Salida y meta, del que hice un breve comentario. Sugiero a quien pueda leer estas líneas, lea primero aquéllas, para situar la acción.
El texto que transcribo a continuación es un extracto de un relatito que escribí hace unos años y del que me acordé inmediatamente después de leer la entrada de Sir John, y de identificar mi sensación con la suya.
"Había cenado en la cocina, siempre cenaba en la cocina cuando iba a llover, sentada al lado del fogón, frente al ventanuco que daba a poniente para contemplar la cortina de agua tras el porche a la luz del crepúsculo. Vencido ya septiembre, sabía bien que el valle, vestido con los últimos verdes y pardos, no tardaría en encapotarse. Las nieblas desdibujarían poco a poco los contornos, hasta borrar por completo las referencias más próximas, haciendo desaparecer dentro de su enorme panza gris los tejados rojizos y los prados de las laderas. Entonces el alto del Picazo quedaría reducido a una casa y un trozo de tierra rodeado de ruinas, flotando en una atmósfera de humedad y silencio, a mil kilómetros de cualquier parte. Lo sabía bien y lo esperaba cada año con el mismo gozo íntimo de la primera vez, diez otoños atrás, apenas recién instalada en la casa, cuando una mañana le despertó el silencio, y al asomarse a la ventana vio que se habían llevado el mundo de allí. Corrió a abrir la puerta y ni siquiera pudo distinguir el perfil de los castaños ni la cerca de piedra. Se quedó plantada en el umbral, quieta como un mueble, en camisón y zapatillas, escuchando el zumbido de sus oídos y el graznido lejano de un pájaro invisible. Cuando la voz aterrada del zagal le devolvió la conciencia, se descubrió tendida en la hierba, sin saber por qué y sin importarle..."
De qué modo tan inopinado pueden acudir recuerdos que parecían arrumbados. Gracias, Sir.
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5 comentarios:
Un placer, amigo. ¿Verdad que resulta incomprensible que haya gente que quiera buscarle reglas al azar?
Un abrazo.
Peor para ellos, Sir John, allá películas, no seré yo quien trate de convencerles. Un abrazo.
:-)
Felizmente, a pesar de los "estados de bienestar", de las tristísimas efemérides, de la falta de inhibidores y de la muerte del pensamiento poético, descubro que nos quedan los blogs, tu blog, que además nos regala sueños y preciosos canto a la amistad Gracias amigo y un fuerte abrazo desde Asturias.
Sorprendido, amigo José Luis, por tu visita a esta atalaya. Y gratamente. Más que los blogs, que al fin sólo son tribunas abiertas, lo importante es la gente buena que todavía queda. Quiero contarte entre ellos. Un abrazo, asturiano.
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