jueves, 17 de abril de 2008

¿Cómo dice...? (VII)

1- Daban cuenta en un informativo local de alguna tv -según me traslada, muerto de risa, mi amigo FPC-, de un evento muy polpular en cualquier zona rural de España. Consiste en invitar al pueblo en general, coincidiendo casi siempre con las fiestas patronales, a un multitudinario almuerzo campestre. Pues bien, según mi amigo, el reportero narraba in situ el gastronómico acontecimiento haciendo notar que había sido tal el éxito de la iniciativa municipal, que los lugareños acudían a la enorme marmita con toda clase de "inhóspitos recipientes".
Mi mujer, gran aficionada a la cocina, tiene recipientes para todo. He descubierto que le faltan los inhóspitos. ¿Cómo se arreglará sin ellos?

2- Más reporteros, esta vez en Telemadrid. Mandan a una linda y pizpireta periodista a una juguetería con motivo de la difusión de una alerta contra determinados componenetes, peligrosos por inseguros, encontrados en no pocos juguetes, no homologados por la CE, destinados a niños entre uno y tres años. Para ilustrar el argumento, nuestra avezada joven muestra a la cámara un objeto -quizá un botón o un ojo de plástico- que ha desprendido fácilmente de un muñeco. Y afirma, vehemente, que "una pequeña pieza indefensa como esta, podría asfixiar al niño". Me pregunto: ¿Hay que enseñar a las piezas a defenderse del niño?

3- En el mismo programa, unos días después, una reportera entrevista a la directora de un centro psiquiátrico en una de cuyas secciones tratan a personas esquizofrénicas. Preguntada en materia de seguridad, la doctora incide en la importancia en los controles de salida de algunos enfermos, ya que "en algunos casos podrían autolesionarse o autolesionar a sus familiares".
Si alguna vez mi desesperación me empuja a quitarme la vida (trance en el que me puedo ver si sigo oyendo estas cosas), y me falta valor, no dudaré en pedir a alguien que, por favor, me autosuicide.

4- En la radio, no recuerdo quién, ni falta que hace. Hablando de las pasiones y por tanto, de la más universal, el amor, el docto invitado hablaba de la fase del enamoramiento y de los desencadenantes químicos que originan ese estado tan idílico como, a la postre, irreal. Y termina advirtiendo que "la pasión del enamoramiento tiene una longevidad muy corta". ¿En qué quedamos?

lunes, 7 de abril de 2008

Escenarios

Por el título que encabeza esta entrada, podría inferirse un contenido relacionado con el teatro, el cine, las artes escénicas o el espectáculo en general. Pues me temo que no. Es de moda, de lo que quiero hablar hoy, pero no de las vanguardias en materia de diseño, que de tan buena salud gozan en el satinado paraíso del papel couché; no de los omnipresentes barones de la cosa, montesinos, torrettas, vittorioyluchinos; no de las glamurosas aves zancudas que castigan las pasarelas con andares imposibles y cara de no haber cobrado. No, yo de todo eso no tengo ni idea. Lo que pretendo es llamar la atención sobre la nueva moda de emplear el término "escenario" para cualquier cosa.

Define el DRAE en su cuarta acepción: "ESCENARIO, (fig.) conjunto de circunstancias que rodean a una persona o un suceso." Supongo que a esta es a la que se agarran los que pretenden justificar su uso con insufrible insistencia. Empleando esta acepción entiendo que se puede hablar de "escenario del crimen" (circunstancias que rodean un suceso), o "escenario hostil", si se refiere, por ejemplo, a las circunstancias que rodean a un israelí acorralado por palestinos. Pero deduzco que para que un escenario lo sea, el suceso acaecido o la circunstancia personal, deben ser previos.

Bueno, pues de un tiempo a esta parte, los partidos políticos se pasan el tiempo buscando escenarios económicos menos adversos; los deportistas, escenarios menos tensos en el vestuario; la patronal y los sindicatos, escenarios de diálogo. Mientras, los militares destacados en presuntas misiones humanitarias, hablan de escenarios de paz, y desde el ministerio de asuntos sociales se nos habla de escenarios de convivencia con los inmigrantes.

Está uno de escenarios hasta las bambalinas, dicho sea, e insisto una vez más, desde la única autoridad que me confiere mi amor y preocupación por mi lengua y su buen uso, ya que no desde otras cátedras.

Me queda la guinda, que dejo deliberadamente para el final y que, en la misma cima de la cursilería suprema, dará origen a una serie de entradas de bitácora bajo el título genérico de "Constatación de la gilipollez", y que, a semejanza de mis "¿Cómo dice...?", iré numerando.

Ahí va. No recuerdo quién, y lo siento, ha propuesto denominar el Coto de Doñana como "escenario cinegético". Anda, báilalo.

martes, 1 de abril de 2008

El pincel, la palabra, la pausa.



No sé -la verdad es que tampoco me importa- si se trata de ciclos vitales, de estancamientos accidentales o de disposiciones del ánimo. El caso es que llevo algún tiempo con la sensación de que no tengo nada que decir, o que no me apetece decir nada. No hay otro motivo por el que últimamente tenga desatendido el segundo término que da título y razón a este cuaderno.

Por fortuna, el pincel goza , hasta el momento, de buena salud y sigue vertiendo al exterior con disciplina cuasi castrense la materia que, supongo, destila mi cabeza.


En cualquier caso, a estados de efervescencia deben seguir otros de calma, o de pausa, o de reposo. Por lo que si alguna vez se secaran ambas herramientas, el suceso me cogería sentado, fumándome un buen veguero y con la atención puesta en la más leve brisa para recolocar el velero. Hay cosas que no se pueden, que no se deben forzar.

Entretanto, ni por un momento decae el seguimiento, gozoso siempre, de los textos e imágenes de mis compañeros de bitácora.